Ayudando a formar nuevas mentes en el Derecho de Salud
Hace 25 años regresé a Puerto Rico, luego de haber obtenido un grado de Maestría en Derecho de Salud, de la Escuela de Derecho de la Universidad de Loyola en Chicago. Esta semana, comencé una nueva etapa en mi vida, llena de retos y obligaciones inigualables. Incursioné al magisterio, como profesor de la Maestría en Derecho de Salud que recién comenzó en la Escuela de Derecho, de la Pontifica Universidad Católica de Puerto Rico. Se podrán imaginar los sentimientos encontrados que se revuelcan en nuestro sistema, cuando tienes que ser parte de la formación profesional de un ser humano. Que obligación más grande, la de ayudar a que un estudiante aprenda lo necesario para que pueda destacarse en su carrera y servir adecuadamente a sus clientes. Sin duda, ellos dependen de nosotros para poder alcanzar sus metas.
Ahora, imagínense cumplir con el reto de educar, a través de la tecnología. Inimaginable el reto, de comenzar esta etapa, de la forma que están ofreciéndose las clases en estos días. Mantenerse conectado, lograr capturar la atención del estudiante, buscar la forma de que pueda absorber la información que se le están transmitiendo, buscar crear el ambiente adecuado para que la clase sea amena y poder educar. Todo ello, cumpliendo con los preceptos básicos de ser un buen profesor.
Si complicado es lo anterior, más lo fue el internalizar las razones por las cuales quiero educar a nuevos profesionales, en el área del Derecho de Salud.
Según mi formación moral y ética, la cual esta predicada en los preceptos religiosos y morales de la Iglesia Católica, es mi obligación, mantener mi profesión y vida de forma tal que los valores del Evangelio sean el norte de mis actuaciones y decisiones.
Mi vida ha estado ligada, desde muy temprano, a una formación mediante la cual las decisiones son tomadas con un empeño en que, las actuaciones sean el resultado de un análisis profundo donde se use la razón como elemento principal, para que ocurra un balance entre lo correcto y lo incorrecto, lo moral y lo inmoral. Siempre, tomando la Fe como una forma de mantener nuestro propósito de vida, que es ser una mejor persona cada día, a través de mis acciones y trabajo.
El tener la oportunidad de transmitir mis preceptos de vida a terceros, a través del magisterio, me lleva a tener que esforzarme más, en prepararme, para poder transmitir los valores en los que formulo mis acciones y decisiones, de forma, que el mensaje llegue correctamente. Teniendo siempre presente, que somos seres humanos con criterios independientes, en los cuales basamos y formulamos nuestras decisiones y acciones.
A través de los años, he tenido la oportunidad de exponerme a muchas situaciones, las cuales me llevaron a formar mi carácter, tomando en cuenta siempre la integridad y la verticalidad, como vectores importantes en mi vida. Con esa integridad y verticalidad, pienso desarrollarme como profesor, inculcando en los estudiantes que nunca se puede perder de perspectiva que la justicia es integra y vertical. En especial, en los momentos en que las tentaciones pretenden ser el ente manipulador en la toma de decisiones. En ese momento, es que, con más ahínco y empeño, debemos llamar a los valores morales, éticos y religiosos, para que la decisión este permeada de integridad y verticalidad.
La Justica es ciega, dicen, pero no perdamos de perspectiva que tiene en su mano derecha una balanza, la cual es símbolo de honestidad, verticalidad e integridad. Esos son los contrapesos que debemos siempre utilizar, al momento de interaccionar con la humanidad, en cualquier circunstancia que la vida nos ponga de frente. La balanza, representa la igualdad que tiene la Justicia respecto a todos. Eso es lo que entrelaza la Justicia a los preceptos religiosos en los que me desarrollé y pretendo formular mi curso, en fin, todos somos iguales ante Dios.
Gracias a la Escuela de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico, por la oportunidad de permitirme ayudar a formar mentes nuevas y tratar de difuminar un mensaje que vaya cónsono con la misión y objetivos de vida que siempre han guiado.