Corrección abre taller para que los confinados produzcan sus uniformes y mattress
El Departamento de Corrección y Rehabilitación (DCR) inauguró un programa de confección de uniformes y mattress para la población penal a cargo de los propios confinados, creando un taller de capacitación en momentos en que la pandemia ha provocado la paralización de la mayoría de las iniciativas dentro de las instituciones correccionales en protección a su salud y vida, trascendió el viernes.
“Una de las metas iniciales al asumir la dirección de la agencia lo fue implementar proyectos que le produjeran destrezas útiles a los confinados que le permitieran una reinserción adecuada a la libre comunidad. Luego de culminar con el proceso de adquisición de los materiales para comenzar este proyecto, tuvimos que establecer los protocolos necesarios en protección contra el COVID, dando inicio a esta importante iniciativa. El producir internamente los uniformes y los mattress para su propio uso, crea un taller de adiestramiento y trabajo para los confinados de tal forma que les sirve de una herramienta adicional para combatir el óseo –aun en medio de la pandemia– y contribuye no solo con su proceso de rehabilitación, sino que con ello promovemos una fuente de ingreso para los participantes y le acreditamos una bonificación mensual por concepto de trabajo, reduciendo así los términos de sus sentencias”, señaló el secretario del DCR, Eduardo Rivera Juanatey en comunicación escrita.
Mencionó que el proyecto, que es parte del Programa de Empresas de Adiestramiento, Trabajo y Cooperativas (PEATC) y estuvo más de seis años detenido, tiene como meta producir alrededor de 9,000 uniformes y más de 7,500 mattress para el uso de la población. Explicó que la agencia se encarga de la compra de los materiales, como telas, cremalleras, hilo, elástico, foam y otros. Mientras, decenas de confinados de las instituciones de Guayama 1000, Ponce Principal y Bayamón 501, laboran en turnos de cerca de ocho horas diarias para producir los uniformes y los mattress.Para Neftalí Pizarro, uno de los confinados participante del taller de costura de uniformes en Guayama 1000, laborar en este proyecto es una oportunidad que le ayuda a manejar las emociones y angustias que le provoca el confinamiento.
“Esto me libera y me ayuda a poder sobrellevar el confinamiento. Yo no sabía costura. He aprendido a confeccionar pantalones y camisas. En un futuro puedo sacarle provecho en la comunidad. Ha sido una de las herramientas que nos da Corrección, ya que nos ayuda a rehabilitarnos y ser gente de bien en un futuro”, puntualizó Pizarro.