Un total de 23 cadáveres fueron hallados al oeste de México en una fosa cercana a un lago conocido por sus aguas termales altamente ácidas y pozos de lodo cerca de la ciudad de Michoacán. Debido al avanzado estado de descomposición que presentaban los restos, sólo ocho cadáveres han sido identificados por las autoridades mexicanas a base de vestimentas y placas dentales, de entre los que se encuentran seis hombres y dos mujeres.

Para identificar el resto de los cuerpos, la fiscalía mexicana informó que posiblemente serán necesarias pruebas de ADN. Hasta el momento, las pruebas forenses indican que algunas de las víctimas murieron por mutilación, heridas de bala o traumatismo craneoencefálico y sus edades oscilaban entre los 16 y 60 años. 

Aún queda por esclarecer si los perpetradores arrojaron intencionalmente los cadáveres en el área para deshacerse más rápido de los restos. En México es común que los carteles de droga utilicen fosas clandestinas para disponer de los cuerpos de las víctimas. 

Actualmente hay 100 mil personas registradas como desaparecidas en el país.