Sobao by Los Cidrines, un legado con sabor propio
En el 2000, Juan Mateo Cidre (Mateo, como mejor le conocen) recibió en Estados Unidos una carta de su padre, el destacado empresario Manuel Cidre, en la que le informaba que no se sorprendiera si al regresar a Puerto Rico las panaderías ya no existían, debido a que había decidido enfocar el negocio hacia la manufactura.
Para ese momento, las panaderías Los Cidrines, había reducido su demanda porque los clientes ya tenían acceso al producto de forma más accesible en gasolineras, supermercados y otras panaderías independientes. Hacía varios años que el negocio de hacer pan se había diversificado para producirlo de forma masiva y hacerlo disponible en otros establecimientos de conveniencia.
“Lo que hizo que un negocio subiera [la manufactura], hizo que otro negocio bajara [las panaderías]”, expresó Mateo al relatar a El Foro de Puerto Rico, cómo transformó la empresa de su padre.
Ante este panorama y motivado por no dejar desaparecer parte del legado familiar, Mateo le propuso a su padre rescatar las panaderías, haciendo lo que fuera necesario. “Le pedí la oportunidad de insertarme [en el negocio] para ver qué podía hacer para echarlas hacia adelante”.
Manolo respondió que “no hay nada que más me enorgullezca que saber que un hijo mío quiere rescatar el negocio de la familia”. Sin embargo, Manolo le dijo que no se sentiría tranquilo sin advertirle de los retos que iba a enfrentar, pues tendría que dedicarle tiempo que le restaría a compartir con su familia.
“¿Por qué me dijo eso? Porque las tiendas sí eran rescatables pero ‘había que dejar el cuero’ en ellas”.
Es así cómo Mateo, el segundo de tres hijos de Manolo Cidre, tomo las riendas de las panaderías mientras su padre se mantuvo a cargo de la fábrica.
Al momento de la transición, habían cinco panaderías bajo el nombre de Los Cidrines. Algunas de ellas eran franquicias y tenían deudas con la empresa matriz. Ante dicha situación y el mal rumbo que llevaban dichas panaderías, Mateo canceló las deudas pero les retiró el derecho al uso del nombre Los Cidrenes. Mateo mantuvo solo dos panderías, una ubicada en Arecibo y otra en San Juan.
La de Arecibo, que era la que en peor posición estaba, producía ingresos que a penas alcanzaban para cubrir los gastos operacionales y de nómina pero no dejaba ganancias. Por eso accedieron a venderla cuando tuvieron oportunidad.
“El primer cantazo fue que me tuve que encargar de vender los equipos y de limpiar el local de la primera tienda que fundó mi papá (en Arecibo), para cerrarla”, dijo Mateo.
A partir de ahí, emprende un proyecto para renovar la panadería de San Juan y convertirla en un lugar más moderno con una inversión ascendente a $400,000. Para lograr el financiamiento necesario Manolo le exigió a su hijo que presentara un plan de negocios con proyecciones concretas, que justificaran la inversión. “Cuando él va a firmar le aguanto la mano y le digo: ‘si no confías en lo que yo quiero hacer, no me des la firma por favor’. Él me miró y me dijo: ‘te voy a decir algo, yo he trabajado toda la vida bien duro como para perder 400,000 dólares. Solo te voy a pedir que procures que eso no pase’”, nos narró Mateo.
Con la presión y responsabilidad de no fallarle a su padre, Mateo comenzó a renovar la panadería, enfocándose en brindar un servicio eficiente y crear un ambiente diferente. Decidió combinar el concepto del restaurante El Farol -un establecimiento de comida fundado por sus abuelos cubanos al llegar a Puerto Rico- con el legado de las panadería de su padre, para convertirlo en La Bodeguita de Manolo, negocio que abrió en el 2011.
Mateo terminó adquiriendo el 100% de la parte de ‘retail’ de Los Cidrines. El concepto de La Bodequita y la renovación de la panadería tuvieron un gran auge en el periodo del 2012-2017, lo que le llevó a establecer una nueva panadería, esta vez en el Condado.
“Llegamos a Condado con el mismo concepto (del negocio en San Francisco, Río Piedras) pero me doy cuenta de que tenía que cambiarle el nombre porque el concepto que tenemos ya no es la panadería, es un ‘casual dining’ que cuenta con restaurante, y eso no es lo que describe a Cidrines. Yo quería darle un nombre que fuera el actor principal de mi negocio y ya no podía ser Cidrines porque donde quiera que ibas, ya fuera supermercado, gasolinera o panadería independiente, decía Cidrines. Yo necesitaba que la gente supiera que hay dos negocios diferentes”, explicó Mateo.
De ahí nace Sobao by Los Cidrines Bakery & Restaurant. “¿Por qué Sobao? Porque ese fue el producto que hizo famoso a Los Cidrines. Y necesitaba enviar un mensaje de que Cidrines no desapareció, sino que evolucionó”.
Hoy día, cualquier persona que visite el establecimiento de Condado puede disfrutar de la buena comida de la Bodeguita de Manolo, el exquisito pan de Sobao by Los Cidrines y de las bebidas y ambiente de Bodeguita Bar.
La nueva normalidad
El año 2020 ha sido duro para todos los negocios de la isla, y Sobao y Cidrines no ha sido la excepción. Las ordenes de encerramiento que provocó la pandemia del coronavirus afectó la industria del turismo, uno de los principales motores económicos en San Juan, produjo una caída de 90% en las ventas de los negocios de Mateo.
A pesar de eso, Mateo optó por no despedir empleados y continuar pagándoles a pesar de que los ingresos de la empresa iban en picada. “Empresario es aquel que hipoteca la casa para cubrir la nómina”, sostuvo a la vez que resaltó que en ese momento, los empleados fueron la prioridad.
Y como muchos otros comerciantes, Mateo transformó nuevamente su fórmula para adaptarse a los nuevos tiempos y ofrecer sus productos a través de ‘delivery’ o ‘carry out’.
Con el pasar de los meses, el empresario ha logrado estabilizar las finanzas de la compañía y poco a poco regresa a una nueva normalidad, pero siempre con la mirada puesta en el futuro y la posibilidad de continuar expandiendo su marca.